Adiós, Félix.

Ayer falleció Félix López Delgado

Conocí a Félix hace unos 40 años, cuando empecé a practicar espeleología. Altagracia poco después.

A lo largo de ese tiempo hemos compartido muchas cosas juntos, buenas y malas. Dicen que las malas experiencias unen más a las personas… O las separan del todo, todo depende.

Pero Félix era una buena persona de siempre, de esas con las que te sientes agusto incluso en el silencio, de esas en las que puedes confiar.

Estuvimos muchos años sin contacto. Es difícil mantener la relación cuando uno tiene niños pequeños y el otro no.

Pero hace ya unos diez años, cuando empecé a impartir clases de yoga a través de la Asociación Tau Reiki, Altagracia y él fueron mis primeros alumnos.

Llegó bastante tocado de salud y el yoga le sirvió para cambiar también muchas cosas y mejorar esa salud que aún escondía futuras sorpresas negativas.

Félix fue quien en 2018, cuando creamos la Asociación de Yoga Dharmi Sewa, diseñó nuestro logo con las indicaciones y la idea que le di. Era un creativo, un artista.

Recuerdo que le tuve bastante entretenido haciendo cambios hasta llegar al diseño definitivo. Él siempre paciente.

Félix ha sido parte activa de la asociación ayudando, apoyando, incluso dirigiendo una excursión por la ribera del Jarama y su unión con el Henares. No se perdía una clase.

Hasta que el estado de su cáncer y los tratamientos le impidieron continuar con su práctica.

Nos veíamos de vez en cuando con él, a veces Altagracia, otras yo, otras los dos, casi siempre delante de un chocolate con churros, hablando de dónde eran mejores, de sus actividades… Siempre activo, siempre viajando en buena compañía.

Pero la enfermedad, aunque controlada, seguía siempre presente y, aunque Félix nunca se quejaba, la quimio cada vez le debilitaba más.

En estos últimos meses todo se precipitó por circunstancias que aún me cuesta asimilar. Ya era inevitable este final anticipado.

Félix decidió dejar de sufrir. Se ha ido con mucha calma y mucha serenidad.

Es curioso esto de decidir cómo y cuándo, de poder organizar tu partida y poder despedirte con tranquilidad de tu familia y tus numerosos amigos.

Altagracia se despidió de él en persona. Anteayer me despedía yo por teléfono y me decía «estoy bien, Antonio, estoy muy tranquilo». Y así era, se le notaba.

Estábamos peor de ánimo los que íbamos a verle o hablábamos por teléfono con él. Él, en paz.

Disfrutó de la vida, de sus amigos, de su familia, de la comida, de hacer lo que le gustaba… Creo que ha disfrutado incluso de haber podido elegir cuándo se iba, sin sufrir inútilmente.

Hoy nos sentimos muy tristes por su pérdida, pero felices por haber contado con su amistad y por los momentos compartidos.

Allá donde estés, ¡hasta siempre, Félix!

Te echaremos de menos. Te queremos.